La popularidad de las casas prediseñadas y prefabricadas está creciendo, trasladando gran parte del proceso constructivo a las fábricas. Mientras países como Singapur, Australia y el Reino Unido están adoptando la construcción modular para enfrentarse a la escasez habitacional y de mano de obra, países nórdicos como Suecia ya construyen el 90% de sus viviendas unifamiliares en madera prefabricada.
A pesar de este creciente interés, la construcción off-site no es un concepto nuevo. De hecho, el método ha estado presente a lo largo de la historia: en el año 43 d.C., el ejército romano trasladó fortalezas prefabricadas a Inglaterra, mientras que en Japón se construye con premontajes de madera desde hace más de mil años.
Sin embargo, no fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando se produjo en Estados Unidos uno de los mayores esfuerzos en materia de vivienda prefabricada. Si bien esto proporcionó a grupos vulnerables soluciones habitacionales de mayor calidad, el método no fue inmune a críticas. La idea de la vivienda como un producto estandarizado y repetitivo – y no como un proyecto elaborado y personalizado – fue muy criticada, derivando en su fracaso comercial. Por el contrario, ahora la construcción prefabricada se está imponiendo en el mercado, aplicándose no sólo en viviendas unifamiliares, espacios de hostelería y salud, sino que también en los edificios más altos del mundo.
¿Por qué este creciente interés por la construcción prefabricada?
La respuesta es simple: ahora podemos hacerlo mejor. En esta era tecnológica automatizada, las herramientas digitales innovadoras están facilitando la prefabricación. El diseño y la construcción suelen estructurarse y digitalizarse en torno al BIM, generando una representación digital precisa e integrada de un edificio a lo largo de su ciclo de vida – y posibilitando el trabajo conjunto de actores multidisciplinares en un único proceso inteligente. Al mismo tiempo, el código abierto permite a usuarios de cualquier parte del mundo descargar el diseño de su casa favorita, mientras plataformas de comercio electrónico como Amazon o Alibaba pueden enviar materiales prefabricados directamente a la obra. En lugar de elaborar edificios estándar y repetitivos para diferentes usuarios, estas nuevas tecnologías permiten que los clientes participen y que los edificios se adapten a sus diversas necesidades.